Levanto mis manos.
Durante más de una década, consciente e inconscientemente, guardé la esperanza de haber elegido bien a quien amar. En lo mas profundo de mi ser abrazaba la idea de que, al final, todas las piezas encajaran como en un largo rompecabezas, una hermosa historia que contar.
Traicioné al cielo e ignoré mis raíces por permanecer a su lado, hasta torcí mis principios por moldearme a sus caprichos y filosofías. Ingenuamente, pensé que con todo ese sufrimiento podría haber saldado la cuenta con la justicia y así ser merecedora de la bendición de ganarme su corazón por mil años.
No bastó sufrir la infidelidad, el abandono y la distancia para abandonar mi fijación por sus ojos, su voz, sus labios, no cesaba de anhelar tenerlo en mi vida. Religiosamente por las noches lo despedía en mi memoria con un beso de dulces sueños donde quiera que se encontrase. Sacrifiqué mi autoestima por una oportunidad entre sus brazos y mi recompensa fue convertirme en lo que más despreciaba para una mujer. Me convertí en cómplice de sus traiciones a la persona que él proclama amar y más aún, tristemente traicioné la razón del sentimiento que me unía a él.
Cuando me preguntaban ¿qué pensaba hacer yo, si él volvía a buscarme arrepentido?, mi respuesta sin duda era que lo escucharía y pensaría en sus palabras y acciones. Pero con cada acción solo me enseñó que la situación era muy diferente a como yo la apreciaba. Una tras otra fueron cayendo sus mentiras y con ellas mis presunciones de juzgarlo equivocadamente.Caí en cuenta que había entregado mi corazón a un niño narcisista y mentiroso que solo me contaba como una de sus posesiones, sin darme el mérito de llegar a ser un prototipo de compañera.
Finalmente, después de otra propuesta de matrimonio rechazada, verlo tomado de la mano con su pareja, escuchar que mi salud no era una prioridad para él, múltiples decepciones y muchas mentiras más, he decidido que ya es suficiente, así vuelva arrepentido a pedirme que esté a su lado, ya no lo quiero en mi vida, no más.Tuve que aceptar, nuevamente, que me había equivocado al acercarme demasiado a sus manos. Ahora, después de renunciar a mis derechos, debo caminar la larga senda hacia el arrepentimiento. Pero los golpes enseñan, así pude darme cuenta que debía levantar mis brazos y dejar de insistir en ambiciones que solo traen condena y miseria.
Hoy levanto mis manos al cielo y acepto que nunca estaremos juntos porque él mismo ha acabado con el amor que tantas veces le profesé. He decidido olvidar su recuerdo y renovar mi corazón. Voy a abrazarme y a aprender de todo lo que hemos vivido, sin rencor, perdonando y dejando todo atrás. Porque nada de lo que yo le haga, me devolverá todo lo que he perdido y abandonado por perseguir su amor. Solo me queda sonreír y buscar las cosas que realmente me hacen feliz ( y su dolor o infelicidad no es una de ellas). Le deseo lo mejor, de corazón ruego porque su vida encuentre su verdadero propósito, así como espero aprender bien la lección.
Adiós mi niño, adiós amor, Yonela.
Traicioné al cielo e ignoré mis raíces por permanecer a su lado, hasta torcí mis principios por moldearme a sus caprichos y filosofías. Ingenuamente, pensé que con todo ese sufrimiento podría haber saldado la cuenta con la justicia y así ser merecedora de la bendición de ganarme su corazón por mil años.
No bastó sufrir la infidelidad, el abandono y la distancia para abandonar mi fijación por sus ojos, su voz, sus labios, no cesaba de anhelar tenerlo en mi vida. Religiosamente por las noches lo despedía en mi memoria con un beso de dulces sueños donde quiera que se encontrase. Sacrifiqué mi autoestima por una oportunidad entre sus brazos y mi recompensa fue convertirme en lo que más despreciaba para una mujer. Me convertí en cómplice de sus traiciones a la persona que él proclama amar y más aún, tristemente traicioné la razón del sentimiento que me unía a él.
Cuando me preguntaban ¿qué pensaba hacer yo, si él volvía a buscarme arrepentido?, mi respuesta sin duda era que lo escucharía y pensaría en sus palabras y acciones. Pero con cada acción solo me enseñó que la situación era muy diferente a como yo la apreciaba. Una tras otra fueron cayendo sus mentiras y con ellas mis presunciones de juzgarlo equivocadamente.Caí en cuenta que había entregado mi corazón a un niño narcisista y mentiroso que solo me contaba como una de sus posesiones, sin darme el mérito de llegar a ser un prototipo de compañera.
Finalmente, después de otra propuesta de matrimonio rechazada, verlo tomado de la mano con su pareja, escuchar que mi salud no era una prioridad para él, múltiples decepciones y muchas mentiras más, he decidido que ya es suficiente, así vuelva arrepentido a pedirme que esté a su lado, ya no lo quiero en mi vida, no más.Tuve que aceptar, nuevamente, que me había equivocado al acercarme demasiado a sus manos. Ahora, después de renunciar a mis derechos, debo caminar la larga senda hacia el arrepentimiento. Pero los golpes enseñan, así pude darme cuenta que debía levantar mis brazos y dejar de insistir en ambiciones que solo traen condena y miseria.
Hoy levanto mis manos al cielo y acepto que nunca estaremos juntos porque él mismo ha acabado con el amor que tantas veces le profesé. He decidido olvidar su recuerdo y renovar mi corazón. Voy a abrazarme y a aprender de todo lo que hemos vivido, sin rencor, perdonando y dejando todo atrás. Porque nada de lo que yo le haga, me devolverá todo lo que he perdido y abandonado por perseguir su amor. Solo me queda sonreír y buscar las cosas que realmente me hacen feliz ( y su dolor o infelicidad no es una de ellas). Le deseo lo mejor, de corazón ruego porque su vida encuentre su verdadero propósito, así como espero aprender bien la lección.
Adiós mi niño, adiós amor, Yonela.
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