Apuesta perdida...

Hace poco mas de un año estuve entre las paredes de tu casa. Me parece que el tiempo ha transcurrido muy rápido, porque en mi memoria te sonrío cada mañana y te beso al acostarme. No tuve el valor para decirte lo mucho que me gustaron las caricias en la mejilla aquel jueves en la mañana. Tan manipulador como eres, das cariño a cuenta gotas y no quería iniciar una escena que después terminaría llorando.

Sin embargo, al verme en el espejo, me golpean los recuerdos: ver como limpiabas las huellas de mi paso por tu casa, escucharte hablar con ella por teléfono mientras conducías por las calles y finalmente verlos tomados de la mano como en una escena de película. Si son o no palabras vanas, las que le dedicaste en tu maestría, la verdad dolorosa es que, prefieres estar con cualquier otra persona antes que vivir conmigo.

Me consuela el pensar que después de tantos años, siendo grande, gorda y tiesa escuché ruegos de tus labios. Y que si ahora estoy sola fue por decisión propia, porque si por ti fuese seguiría siendo una mascota, un lunes en la mañana o un escape de mediodía, alguien con derecho a nada, sin moral ni valía.

Duele reconocer que el amor entregado no es valorado, que el ser amado te considere poco mas que un animal carroñero, aquel que siempre está presto a devorar los despojos, que la rutina o el enojo dejen de una relación. Me rompe el corazón aceptar que mi amor solo sirvió como instrumento para que otro aumentara su ego y para mi condenación. Porque no me molesta que la persona que amo me utilice, siempre que sea para un bien, para crecer juntos o para cultivar el amor entre ambos. Pero el saber que fui la "otra persona" en la vida de alguien mas, se siente como ser parte de una cadena de "trata de blancas", algo sucio en realidad.

Aun estoy en "tratamiento" para limpiar mis pensamientos de la idea de justificar lo que no tiene razón, y me enorgullece reconocer que mi amor es testarudo, sabe de derecho y es sordo cuando ha tomado una decisión. No es una presa fácil del desengaño y la pena, él insiste en perdonarte aunque todos los hechos te acusen. Pero la verdad es que su principal verdugo es la prueba de tu desamor. Y eres tú quien terminará matando todos los brotes de afecto que guardo en mi corazón.

Hace un año te entregué lo poquito que tenía, poco o mucho, aposté todo y lo perdí porque no lo merecías.

Yonela (27/04/2018)

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