La roca y la brisa
Te veo igual que a una roca con la que a menudo me estrello, pues soy una brisa inquieta que va y viene entre la tierra y el cielo. Hace años fui una temblorosa hoja, siempre sujeta a mi madre, la rama, pero me dejé llevar por el viento en una tarde soleada y desde entonces mi mundo se volteó. Caí a tierra y en las raíces del árbol comencé a cambiar: mi color se oscureció, mi apariencia se marchito… y después de un tiempo, con la lluvia y el sol dejé la tierra húmeda y me convertí en lo que soy. Es curioso cómo puedes pasar mil veces por un lugar sin percatarte de las cosas que allí están. Imagina mi sorpresa cuando esa noche me encontré contigo en un lugar tan cotidiano y tantas veces recorrido. De no haber sido por mi amigo, el reflejo, aun seguiría ciega y habría pasado de largo sin notar tu nobleza y peculiar fortaleza. Tan pronto supe de ti, como quien descubre lo obvio, me invadió un oscuro sentimiento. Sentí vergüenza al saber que había sido tan insensible contigo com