Vuelo de mediodía
En medio de conflictos y desencantos
mis pies despegaron del suelo. Un segundo después estoy en pleno vuelo. Ver el
sol de mediodía a través de la ventana y aun no estar completamente convencida
de estar allí. Cuándo compré el boleto, cuánto tendré que pagar por ello…
Tener la oportunidad de tocar aquello
que solo podías recordar, sentir olores y sabores que no sabías olvidados. Con la
carne y los huesos conscientes de la cercanía
y la inmensidad de las alturas. La conciencia se encuentra justo al lado juzgando
impotente como los sentidos se divierten sin detenerse a considerar la cercanía
del abismo. El abismo de perderse con pocas o nulas posibilidades de
encontrarse.
Ya es tarde, pasado el punto de no
retorno todo lo que puedo hacer es seguir hacia adelante y rogar por poder
aterrizar con algo de esperanza. Mi cinturón de seguridad está roto, no tengo
ninguna seguridad a la que pueda aferrarme pero aún sonrío, perdida entre el
brillo.
Alcanzando con mis dedos la ternura de
sus rasgos que, más viejos, siguen siendo hermosos. Una hermosa envoltura para
el laberinto que dentro encierra. Pierdo el sentido del tiempo, pero sé que
pronto acabará. Tal vez sean solo minutos pero se sienten como si fueran horas.
Tengo miedo de estrellarme
estrepitosamente, vacía, machacada y sola. Y si eso ocurre, solo resta recoger
una vez más los pedazos de la basura y continuar mi viaje. Pues cuando pagas por
algo que no te pertenece puedes perderle en cualquier momento y sin derecho a
pedir reembolso. La vida se construye de momentos y solo basta uno de ellos
para cambiarte la vida.
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