Soberanía y geopolítica venezolana: Política exterior de Venezuela.
Introducción
Venezuela
hace vida activa en distintas organizaciones internacionales, en el ámbito
regional, continental y mundial, como la ONU. En el presente análisis se hará
una revisión general de la política exterior de los distintos gobiernos que se han
sucedido en el poder en Venezuela, desde 1958 hasta hoy. Durante todo ese lapso
de tiempo Venezuela ha permanecido dentro de un sistema democrático de gobierno
en el que, la política exterior ha buscado obtener para el país condiciones
idóneas para su desenvolvimiento y desarrollo en el marco de las relaciones
internacionales con diversas Naciones del mundo.
Venezuela,
como toda Nación independiente, hace vida en distintas organizaciones
internacionales, en el ámbito regional, continental y mundial, así como también
en varios organismos internacionales especializados, desarrollando de este modo
las orientaciones generales de su política exterior. Venezuela se ha
caracterizado durante toda su vida democrática por pertenecer a los organismos
y organizaciones internacionales que se han ido creando en el mundo desde
mediados del siglo XX, como fórmula para alcanzar el desarrollo social y
económico de las naciones, para promover y mantener la paz y tratar de crear un
mundo más justo.
Es
fundamental tener en cuenta al estudiar el tema de la política exterior de
cualquier país, que las Relaciones Internacionales de cada Nación están
fuertemente condicionadas por las circunstancias y acontecimientos políticos
que se dan en la escena internacional, por lo que su estudio es de suma
dificultad; de hecho, las Relaciones Internacionales están altamente
determinadas no sólo por las relaciones entre dos países cualesquiera, sino
también por las tendencias económicas y políticas que condicionan las
relaciones del conjunto de Naciones que constituyen la comunidad internacional.
Cada
día observamos cómo es necesario el que los gobiernos se concentren en
consolidar una buena política de comercio exterior en pro de actuar
positivamente en los escenarios internacionales, que le favorezcan, ayuden en
su desarrollo, en el intercambio que les genere beneficios en su economía, en
el logro de una buena integración y alianzas.
POLÍTICA EXTERIOR
VENEZOLANA
1.
LA POLÍTICA EXTERIOR DE 1958 A 1999
La
política exterior de Venezuela tuvo desde el año de 1958 hasta el año 1999, un
marco legal-institucional que fue la Constitución Nacional del año 1961. Este
marco legal marcó un estilo diplomático basado en un conjunto de disposiciones:
i) unos principios generales expresados en el preámbulo de la carta magna: el
carácter pacífico del país, la procura de la integración económica, el deber de
cooperar internacionalmente, la promoción de la democracia y otros conceptos
emanados de la Carta de las Naciones Unidas; ii) la discrecionalidad del
Presidente de la República en el ámbito de la política exterior; iii) el
carácter petrolero de la nación, pero en función de promotor de una economía
diversificada; iiii) el desarrollo de varias identidades de una política
exterior a su vez andina, caribeña, hemisférica, tercermundista y amazónica
(Romero, 2002). Esto generó un patrimonio histórico en donde destaca una
política exterior activa, con demasiados frentes y compromisos, la presencia
del tema fronterizo, dados los contenciosos que se sostienen con Colombia
(diferendo sobre áreas marinas y submarinas), y con Guyana (reclamación
venezolana sobre el territorio esequibo); al mismo tiempo, en un nivel
regional, Venezuela se mostró a favor de la integración para ser considerada
por Estados Unidos como un socio confiable y seguro, dada la estabilidad
democrática del país y su función de proveedor de petróleo.
Tanto
el carácter institucional como el propio patrimonio histórico sirvieron de base
para lograr unos fines y objetivos determinados: una estabilidad interna y un
ambiente externo seguros, la procura para llegar a tomar decisiones con base en
un consenso político, la existencia de condiciones estables para el desarrollo
de la industria petrolera y la exportación de petróleo, las negociaciones con
los países vecinos de manera pacífica y la participación en las organizaciones
internacionales.
Desde
el punto de vista histórico, Venezuela desarrolló una política exterior activa
en donde se destacaba el peso del Poder Ejecutivo y una conducta consensual. De
esta forma, se pueden clasificar cuatro etapas en la política exterior de
Venezuela: de 1958 a 1967, aproximadamente, en donde la diplomacia venezolana
se concentró en la búsqueda de la consolidación democrática en el país y en la
región, en impulsar el proceso de sustitución de importaciones, en promover la
creación de la OPEP (sin el sacrificio de perder una relación petrolera
especial con Washington) para buscar mejores precios petroleros, en impulsar la
Doctrina Betancourt (orientada en el no reconocimiento de gobiernos de fuerza
que surgieran en América Latina y el Caribe producto del derrocamiento de un
gobierno civil), y en la defensa de la seguridad regional y nacional frente a
la injerencia cubana-soviética.
De
1967 hasta 1980, aproximadamente, la política exterior de Venezuela se formuló
con el fin de respaldar la estabilidad democrática de la experiencia
venezolana, en abrir la agenda exterior hacia los temas económicos de la
integración, participando en la ALAC (hoy Aladi), en el Pacto Andino (hoy
Comunidad Andina), de forma plena en la OPEP y retomando los problemas
fronterizos.
Una
consideración especial merece el primer Gobierno de Rafael Caldera, dado que el
año 1972 está comprendido en ese período. El tiempo en que transcurre el
Gobierno de Caldera presentó importantes transformaciones en la política
internacional. Ésta estuvo caracterizada por la reformulación de la política
exterior de Estados Unidos con la llegada a la presidencia de ese país de Richard
Nixon en 1969 y con él, tanto como asesor presidencial como secretario de
Estado, de Henry Kissinger.
La
era Nixon-Kissinger va a estar caracterizada por la búsqueda de un equilibrio
mundial entre las superpotencias conocido como la “distensión”. Estados Unidos
buscó un balance de poderes que descansaba más en la negociación política que
en la confrontación militar e ideológica, a través de la reformulación de las
relaciones con la Unión Soviética, el acercamiento a los aliados occidentales y
la apertura con China para alterar el balance bipolar. Al darse ese equilibrio,
el de la distensión internacional, y al flexibilizarse el estado de las
relaciones internacionales, se permitió el auge del llamado tercermundismo, los
mecanismos de integración económica regional y el desarrollo de políticas
autónomas de parte de pequeños países (Kissinger, 1979).
Durante
el Gobierno de Caldera (1969-1974), América Latina transitó por el auge del
nacionalismo económico representado en la experiencia chilena de Allende, el
gobierno militar de Perú, el liderazgo de Torrijos en Panamá y la
descolonización y activismo internacionales de los países angloparlantes del
Caribe. Al mismo tiempo, Cuba fortaleció sus nexos con la Unión Soviética e
inició el llamado proceso de institucionalización de la revolución,
reestableciendo relaciones diplomáticas con países de la región (Mesa-Lago,
1978).
El
contexto político interno que caracterizó al primer Gobierno de Caldera fue de
gran estabilidad, al ser elegido por primera vez como presidente de la
república un candidato de la oposición en elecciones libres, por el crecimiento
del bipartidismo y la concentración del poder, por la desaparición de un
peligro inminente de una insurrección militar y por el inicio de la política de
pacificación, a fin de erradicar los movimientos guerrilleros que todavía
operaban en algunas zonas del país.
El
Gobierno de Caldera entendió que, dadas las nuevas características del ambiente
internacional y el ambiente regional, era necesario reformular el concepto de
seguridad más conveniente para Venezuela. Por otra parte, Caldera comprendió
que a raíz de la ejecución de la política denominada “Doctrina Betancourt”
(cuyas bases ya se mencionaron) y por el hecho de la reclamación venezolana por
el territorio esequibo (perteneciente a Guyana), el país se encontraba dentro
de un aislamiento político y frente a un ambiente internacional que comenzaba a
cambiar.
Para
salir de esa circunstancia, Caldera promovió un acercamiento con los nuevos
países del Caribe, comenzó a establecer las pautas para lograr un modus vivendi
con Cuba, firmó el Protocolo de Puerto España a fin de congelar con Guyana por
doce años la controversia sobre la reclamación venezolana del territorio
esequibo con base en lo estipulado en el Acuerdo de Ginebra, promovió unas
negociaciones con Colombia a fin de estudiar el contencioso que mantenía con
ese país sobre el diferendo sobre áreas marinas y submarinas en el golfo de
Venezuela (iniciadas en 1969 e interrumpidas en 1973), promovió la aceptación
de Venezuela en el naciente Acuerdo de Cartagena (Pacto Andino) y finalmente
restableció relaciones diplomáticas con gobiernos autoritarios, dejando de lado
la Doctrina Betancourt y lanzando la tesis del “pluralismo ideológico”. El
pluralismo ideológico consistió, en la promulgación de unos principios
contrarios a la Doctrina Betancourt, en donde se partía de la base que era
posible convivir regionalmente con regímenes y sistemas económicos diversos en
sus ideas y formas políticas.
En
conclusión, dado el proceso de consolidación del sistema democrático en
Venezuela y la desaparición de una amenaza de agresión, Venezuela pudo
adelantar una política más activa al nivel mundial (junto con el acercamiento a
Asia y África), promover la democracia en el continente (a fin de superar el
aislamiento de los regímenes militares y apoyar a sectores de oposición) y
responder a un pragmatismo y un optimismo políticos que definieron la década de
los setenta.
De
1980 a 1988, la política exterior de Venezuela se vio limitada en su extensión
mundial, dada la caída de los precios petroleros (con la excepción de los años
1980 y 1981), el peso de la deuda externa, la devaluación de la moneda
venezolana, el bolívar, a partir de 1983 y la aparición de tensiones políticas
internas y no consensuales en la política exterior, concentrándose así en una
actuación regional, fortaleciendo las opciones pacíficas, como fue el caso del
Grupo de Contadora, y fortaleciendo a dirigentes y partidos de centro
organizados en la región.
Desde
1989, aproximadamente, dada la convergencia del impacto de los cambios globales
con el deterioro de la situación política en Venezuela, las relaciones
internacionales de Venezuela se van a caracterizar por ser más complejas y
variadas. Con la segunda presidencia del presidente Pérez (1989-1993) se
adoptaron las políticas en boga dentro del Fondo Monetario Internacional (FMI)
y el Banco Mundial (BM), aunque originaron una profunda reacción negativa en la
población (es decir, la receta del Consenso de Washington), retomándose el
activismo de la política exterior de Venezuela, pero, a diferencia de otros
países latinoamericanos, sin sacrificar las múltiples identidades de Venezuela
en el exterior. De hecho, Carlos Andrés Pérez volvió a practicar la política de
las “dos manos” que caracterizó a su primer gobierno, vale decir, oscilando
entre un internacionalismo menos tercermundista y más orientado hacia los temas
comerciales de cooperación Norte-Sur y de integración económica, y un
regionalismo hemisférico más comprometido con la apertura económica y la
democratización. Esto dio lugar a una política exterior hiperactiva que provocó
mucha irritación en Venezuela, constituyéndose en una de las principales causas
que provocaron los dos intentos de golpe de Estado en el año 1992.
Con
la salida del Pérez de la Presidencia de la República en mayo de 1993 y la
llegada de los presidentes interinos Octavio Lepage (mayo-julio de 1993) y
Ramón J. Velásquez, desde julio de 1993 y quien terminó el período presidencial
en febrero de 1994, la política exterior de Venezuela se concentró en lograr el
apoyo de Washington y de América Latina a la democracia venezolana y la
convocatoria a elecciones presidenciales de diciembre de 1993.
Rafael
Caldera llegó por segunda vez a la presidencia de la república en febrero de
1994 (Caldera había ganado las elecciones presidenciales de diciembre de 1993).
Si bien desde el punto de vista estratégico no hubo ninguna discrepancia
importante que permitiera pensar que el Gobierno de Caldera iba hacia la
sumisión o el enfrentamiento con EE UU, sí hubo a un nivel táctico algunas
discrepancias que enfriaron las relaciones. Por una parte, el Gobierno de
Caldera observó con escepticismo todo el proceso de la Asociación de Libre
Comercio de las Américas, ALCA, y la apertura económica defendida por
Washington (de hecho promulgó en sus dos primeros años una política económica
estatista y de controles). Al mismo tiempo, Caldera observó con asombro cómo el
Gobierno de Clinton decidió apoyar la candidatura del ex presidente colombiano
César Gaviria a la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos,
OEA, eliminando así las posibilidades de triunfo del canciller venezolano
Miguel Ángel Burelli Rivas, quien llevaba unos cuantos meses promocionando su opción.
Por otra parte, el acercamiento de Venezuela a Brasil fue percibido por
Washington como una muestra de la independencia de Venezuela al negarse entrar
en el ALCA sin negociaciones regionales previas, marcando una distancia con un
gobierno como el de Clinton, empeñado en profundizar las reformas neoliberales
en América Latina y en colocar los temas de la lucha contra el narcotráfico y
la defensa de los derechos humanos como prioritarios de la agenda hemisférica.
Eran
los años de adaptación de un país en turbulencia dentro de una estructura
internacional cambiante. Se trataba de configurar una respuesta a la nueva
situación post Guerra Fría derivada del cese de la tensión bipolar, del
advenimiento de nuevos actores y temas en la agenda internacional, y del
intenso debate entre las posiciones neoliberales y neomarxistas que como un
todo dejaba atrás la simpleza del mundo bipolar. Al Gobierno del presidente
Caldera le había costado aceptar los nuevos tiempos. El entrante Gobierno de
Chávez tenía una interpretación singular de los mismos.
2. POLÍTICA EXTERIOR DESDE 1958 HASTA LA
ACTUALIDAD
A
continuación realizaremos una revisión de las principales características y
lineamientos de la política exterior de los gobiernos de la historia
democrática venezolana, destacando en cada caso los principales acontecimientos
internacionales en los que Venezuela ha jugado un papel activo.
Al
iniciarse un nuevo período en la Historia Nacional con el establecimiento de la
Democracia, la política exterior venezolana se orientó a mantener relaciones de
mutuo respeto con la mayor parte de los países del mundo, así como asegurar la
colaboración del país en todos los esfuerzos para consolidar la paz y la
democracia en el mundo y a participar vivamente en todos los proyectos
encauzados a la defensa de los derechos humanos. Tales principios fueron
señalados en el preámbulo de la Constitución promulgada en 1961.
Sin
embargo, en los primeros años de la década de 1960, la implementación de la
llamada Doctrina Betancourt que implicaba el reconocimiento por parte de
Venezuela sólo a regímenes legitimados por elecciones democráticas causó la
ruptura de relaciones diplomáticas con un gran número de países,
particularmente en el continente americano, lo cual llevó a un relativo aislamiento
de Venezuela en el contexto de su política exterior.
Especial
tensión existió en ese período en las relaciones entre Venezuela y Cuba, así
como en las relaciones con el régimen dictatorial que en esos años gobernaba
República Dominicana.
Otro
hecho de gran importancia lo constituyó la actuación protagónica de Venezuela
en la fundación de la OPEP, ocurrida en 1960. Dicha actuación se correspondió
con el desarrollo de una política exterior en materia económica bien definida,
que buscaba la defensa de los interese petroleros venezolanos en el contexto
mundial.
Durante
el Gobierno de Raúl Leoni (1964-1969), la ya referida doctrina Betancourt
permaneció vigente, aunque se observó mayor flexibilidad en su aplicación; como
consecuencia del agravamiento de las tensiones con los sectores de izquierda a
nivel nacional e internacional, el Gobierno de Leoni interrumpió las relaciones
de Venezuela con la Unión soviética, relaciones que databan de 1945.
Con
el gobierno del Presidente Rafael Caldera, se estableció un criterio más amplio
y realista de pluralismo ideológico, que permitió darle un nuevo impulsó a las
relaciones exteriores del país. El nuevo principio rector de la política
internacional practicada durante dicho gobierno estuvo orientado básicamente al
mejoramiento de las relaciones Norte-Sur, a la vez que se fundamentó en los
postulados teóricos del desarrollo de la humanidad, que suponía la redefinición
de la economía mundial sobre criterios de mayor justicia y equidad.
Se
basó además la política exterior Calderista en la promoción de la unidad
latinoamericana y el nacionalismo democrático, promulgando a la vez la defensa
de la soberanía sobre los recursos naturales de las naciones del Tercer Mundo,
para asegurar que el producto de su explotación fuese destinado a su propio
desarrollo.
Una
vez consolidada la plataforma democrática en lo interno, el gobierno se propuso
ampliar los nexos con el exterior, tratando de revertir los efectos causados
por la política exterior de Betancourt. Se establecieron entonces relaciones
diplomáticas con países de las más variadas inclinaciones ideológicas, entre
los que destacan la República Popular de Hungría (1969), la República
Democrática y Popular de Argelia (1971), Australia (31.5.1973); también se
reanudaron con países como Perú (1969), Argentina (1969), la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (1970).
La
política exterior de Caldera se centró también en la búsqueda de una solución a
la controversia limítrofe mantenida con las Repúblicas de Colombia y Guyana, por
lo que se optó por continuar las negociaciones sobre la delimitación de áreas
marinas y submarinas con Colombia y diferir las discusiones con Guyana durante
un lapso de 12 años, mediante la firma del llamado Protocolo de Puerto España
firmado en 1970 tras el vencimiento del Acuerdo de Ginebra de 1966.
En
marzo de 1974, Carlos Andrés Pérez asumió la presidencia de la República bajo
condiciones internas que dieron a las relaciones exteriores de Venezuela un
nuevo rumbo. En general se trató de una actitud de ampliación de las
iniciativas adelantadas durante el período de gobierno de Caldera.
Esta
actitud obedeció primordialmente a hechos de carácter económico entre los que
destaca el estallido de la guerra árabe-israelí de 1973, pues dicho conflicto
provocó un inesperado aumento en los precios del petróleo. Este acontecimiento
fue complementado más tarde en Venezuela con la nacionalización petrolera en
1974.
Desde
el punto de vista institucional se fortalecieron las relaciones con los países
miembros de la OPEP y se declaró abiertamente la importancia de la riqueza
petrolera como herramienta para establecer un nuevo orden económico
internacional que permitiera el desarrollo de las naciones del Tercer Mundo.
La
extensión de la política pluralista iniciada por Rafael Caldera se expresó en
el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba en 1974. Como nota
negativa se destacó un incidente diplomático que causó la suspensión de
relaciones con Uruguay en 1976.
El
diálogo Norte-Sur propuesto también por Caldera fue parcialmente sustituido por
el entendimiento Sur-Sur. Con este fin, el presidente Pérez visitó gran número
de países, entre los que se encuentran: Perú (1974), Colombia (1975, 1977 y
1978), México (1975), Panamá (1975 y1978), Argelia (1975), República Dominicana
(1976 y 1977), Brasil (1977), Reino de Arabia Saudita (1977), Irak (1977) Irán.
Visitó además España (1976), la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(1976), Italia (1976), Gran Bretaña (1976) y la Santa Sede, siendo el primer
mandatario venezolano que lo hizo (1976).
En
1979 llegó a la presidencia Luis Herrera Campins inaugurándose otra etapa en la
política exterior venezolana. A la base doctrinal fundada por Rafael Caldera se
adicionó un nuevo principio: el de la institucionalización de la libertad y la
democracia.
Esta
orientación significó un paso decisivo del gobierno para promocionar el ascenso
al poder de gobiernos demócrata-cristianos en el área de Centroamérica y el
Caribe. Esta política, apoyada inicialmente por Estados Unidos, se abandonó
tras la derrota de José Napoleón Duarte y el triunfo de un sector
ultraderechista en El Salvador.
Un
cambio circunstancial de orientación fue evidente durante la guerra de las
Malvinas, en 1982, cuando Venezuela ofreció su apoyo absoluto a la dictadura
militar que gobernaba para ese momento en Argentina. Respecto a la política de
fronteras, el gobierno se vio en la obligación de sortear el problema de la
delimitación marítima con Colombia, y la reclamación del Esquivo. Sobre lo
primero, se logró en octubre de 1980 un proyecto de acuerdo, conocido como
Hipótesis de Caraballeda el cual fue rechazado por considerarse que lesionaba
la integridad territorial del país en el área del golfo de Venezuela.
En
cuanto a la reclamación del Esquivo, se decidió no prorrogar el Protocolo de
Puerto España. En el plano diplomático, Herrera Campins visitó Costa Rica
(1980), Honduras (1980 y 1982), México (1981), Nicaragua (1980 y 1982),
Colombia (1983) y la República Federativa de Yugoslavia (1983).
La
grave crisis económica originada en 1983 como consecuencia de la caída de los
precios del petróleo, unida a una fuerte devaluación del Bolívar en relación al
Dólar, llevó al gobierno de Jaime Lusinchi a dejar en segundo plano el
desarrollo de una política exterior estructural, por lo que el desarrollo fue
coyuntural.
Aun
cuando se preservaron los principios básicos de la diplomacia desarrollada en
la década de 1970, reivindicados por la Cancillería de Herrera Campins en la
segunda mitad de su administración, la política exterior no mantuvo la misma
profundidad, debido a las dificultades económicas ya señaladas.
Se
intensificaron los viajes de las misiones económicas que buscaban un acuerdo de
refinanciamiento de la deuda con la banca acreedora internacional. Las
relaciones con Uruguay se reanudaron en 1985. Las relaciones con Colombia
alcanzaron un punto crítico en agosto de l987, a raíz del incidente causado por
la corbeta OARC Caldas al penetrar en aguas del golfo de Venezuela. Jaime
Lusinchi visitó distintos países como Colombia (1986), Trinidad y Tobago
(1986), España (1986), Portugal (1986), México (1987), Guyana (1987) y Brasil
(1988).
Carlos
Andrés Pérez asumió nuevamente la presidencia del país en 1989, reorientando la
política exterior venezolana de acuerdo con el nuevo orden político mundial
establecido tras el final de la Guerra Fría. Casi desde el inicio de su
gestión, Pérez emprendió una serie de visitas oficiales a distintos países,
como Estados Unidos, Hungría , Bolivia, Argentina, Uruguay, Costa Rica, Colombia
, Chile, Brasil, España , Francia , la República Federal de Alemania. Pese a
este enorme esfuerzo diplomático, la política exterior de Pérez no pudo
desarrollar los lineamientos planeados, que consistían en un nuevo enfoque de
la integración latinoamericana, el fortalecimiento de la diplomacia comercial,
la cooperación Sur-Sur, y el diálogo Norte-Sur.
Los
desórdenes públicos de febrero de 1989, y los intentos de golpe militar de
febrero y noviembre de 1992, motivaron en 1993 la destitución de Carlos Andrés Pérez
y el ascenso a la Presidencia de la República de Ramón J. Velásquez, a quien
correspondió la difícil tarea de dar marcha al proceso de recuperación de la
confianza internacional en las instituciones venezolanas. Durante el lapso
comprendido entre 1989 y 1993 fueron reconocidas las ex repúblicas que
conformaban la U.R.S.S.
(Estonia,
Letonia, Lituania, la Federación de Rusia, y la Comunidad de Estados
Independientes), así como las nuevas repúblicas de Croacia, Eslovenia,
Bosnia-Herzegovina, República Checa, República Eslovaca, y se establecieron
relaciones diplomáticas con la República Socialista de Vietnam (1989), Namibia
(1990), Eslovenia (1991), así como con las ya mencionadas ex repúblicas
socialistas.
El
segundo período de Gobierno de Caldera (1994 - 1999) estuvo marcado por la
existencia de una difícil situación económica y social donde los esfuerzos
diplomáticos se concentraron en la consecución de acuerdos con distintos
organismos económicos internacionales, en especial con el Fondo Monetario Internacional
y con el Banco Mundial.
En
materia ideológica, la política exterior del segundo gobierno de Caldera
promovió el establecimiento de un nuevo orden internacional multipolar, así
como en la constitución de un espacio económico integrado para toda América. En
general pude afirmarse que en el período 1994-1999, la política exterior
venezolana estuvo centrada en temas económicos. En 1998, la victoria de Hugo
Chávez Frías en las elecciones, marcará el inicio de un nuevo período en la
evolución de la política exterior venezolana. Tras la promulgación de la
Constitución de 1999, el gobierno Nacional ha intentado llevar adelante una
nueva política hacia el resto del mundo, cuyos objetivos centrales se
encuentran establecidos en la propia Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela. Entre esos objetivos se cuentan:
·
Estimular la democratización de la sociedad
internacional, con el fin de alentar la acción concertada de los países en
desarrollo, al igual que la solidaridad y la cooperación entre los distintos
actores del sistema internacional.
·
Promover la integración latinoamericana y
caribeña, para afrontar con mayor empuje las desigualdades sociales y los
profundos niveles de pobreza que afectan a los países de la región.
·
Consolidar y diversificar las relaciones
internacionales, robusteciendo la cooperación Sur - Sur y ampliando las
relaciones con otras regiones y países.
·
Fortalecer el posicionamiento de Venezuela en
la economía internacional.
Al
mismo tiempo, la participación de Venezuela en mecanismos de cooperación
tendientes a la articulación de esfuerzos entre los países menos desarrollados
como el Grupo de Río, el Movimiento de Países No Alineados, el Grupo de los 77
y el Grupo de los 15, ha dado un gran impulso a fin de conseguir las metas de la
política exterior venezolana.
La
política Exterior del actual gobierno ha sido tremendamente activa y en
ocasiones, no libre de polémicas; en el afán por ayudar a la concreción de un
orden económico Multipolar, se han sostenido reuniones y tratados con gobiernos
de los cinco continentes, destacando el establecimiento de fuertes vínculos
políticos y comerciales con los miembros de la OPEP, además de países como
China , Brasil , Cuba y Argentina ; de forma paradójica, a medida que las
relaciones comerciales con los Estados Unidos han ido en aumento, ha crecido
también el enfrentamiento político entre los gobiernos de Washington y Caracas.
ESTRATEGIAS
ACTUALES EN MATERIA SOCIAL, ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA
La
importancia que tiene el buen desempeño de las relaciones internacionales en el
desarrollo, político, comercial, cultural es fundamental hoy en día para
alcanzar el desarrollo integral de las naciones. Actualmente, no hay una nación
en el mundo que pueda considerarse autosuficiente y que no requiera del apoyo
del resto de los países incluso hasta las naciones más ricas necesitan recursos
de los cuales carecen y por medio del comercio exterior y los acuerdos
internacionales logran suplir sus necesidades y carencias en otras zonas.
Al
respecto, consideremos que el comercio entre las naciones es un factor de
progreso, no sólo en el orden económico, sino también en lo social y cultural.
Junto con las mercancías se mueven las personas, se comunican, se propagan la
ideas, los modos de pensar y de vivir, cualquier innovación productiva y
tecnológica y las informaciones diversas sobre lo que ocurre en cualquier parte
del mundo.
La
nueva visión del entorno mundial caracterizado por la evolución hacia el
establecimiento de una sociedad internacional cada vez mas estructurada en
donde el interés comunitario priva sobre los intereses individuales de los
estados, puede ser, una oportunidad para que las autoridades de los países
diseñen estrategias diplomáticas coherentes.
En
este sentido, los gobiernos de las distintas naciones del mundo y en el caso
particular de Venezuela, con el objeto de mantener excelentes relaciones
comerciales, deben adoptar adecuadas políticas de comercio exterior que les
permitan mantener un buen funcionamiento de su servicio exterior y de esta
forma, oxigenar al país con relación a los compromisos internacionales.
El
régimen económico venezolano actual puede definirse como capitalista, de
iniciativa y propiedad privada, aunque con un grado importante de participación
del Estado en la actividad económica, en especial a través del absoluto control
que se ejerce sobre la industria petrolera, que sigue siendo hoy, el motor
principal de la economía venezolana.
En
la actualidad, en Venezuela funcionan con relativa libertad los mercados de
productos, servicios y factores. Existe movilidad interna e internacional del
capital. El régimen de salarios, bajo contratación colectiva o individual,
predomina en el empleo laboral, salvo la fijación por decreto oficial salario
mínimo, urbano y rural y bonos compensatorios ante el alza del costo de la
vida.
La
suprema felicidad social es la visión de largo plazo que tiene como punto de
partida la construcción de una estructura social incluyente, formando una nueva
sociedad de incluidos, un nuevo modelo social, productivo, socialista,
humanista, endógeno, donde todos vivamos en similares condiciones rumbo a lo
que decía Simón Bolívar: "La Suprema Felicidad Social".
Las
bases de las políticas de la construcción de una nueva estructura económica y
social incluyente están contenidas en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, en las tradiciones de lucha del pueblo venezolano y
en la voluntad política del actual gobierno de avanzar hacia la construcción
del Socialismo.
Las
relaciones sociales de producción del Socialismo están basadas en formas de
propiedad social, que comprenden la propiedad autogestionaria, asociativa y
comunitaria; permaneciendo formas de propiedad individual y pública.
La
estructura social está conformada por un entramado de relaciones sociales
permanentes y recurrentes que, ordenadas jerárquicamente en cuanto al poder, la
riqueza, el conocimiento y el prestigio, determinan situaciones diferenciadas
en la satisfacción de las necesidades sociales y en la distribución de la
riqueza y del ingreso.
La
estructura social de Venezuela está en proceso de transición hacia una
formación económico social más incluyente, porque el Gobierno está ejecutando,
especialmente con las Misiones, un proceso de inclusión social masivo y
acelerado, financiado por la nueva forma de utilizar la renta petrolera, lo que
ha permitido avanzar en la cobertura y la universalización en la satisfacción
de necesidades de identidad, alimentación, salud, educación, vivienda y empleo.
A
la diversidad biológica, de edad, étnica y de género se le han sobrepuesto
históricamente desigualdades sociales, reproducidas por un Estado al servicio
de los intereses del capital en detrimento del trabajo, que han contribuido al
aumento de las limitaciones en las capacidades individuales y colectivas,
requeridas para el disfrute de los derechos humanos y sociales.
La
política de inclusión económica y social forma parte del sistema de
planificación, producción y distribución orientado hacia el Socialismo, donde
lo relevante es el desarrollo progresivo de la propiedad social sobre los
medios de producción, la implementación de sistemas de intercambios justos,
equitativos y solidarios contrarios al capitalismo, avanzar hacia la superación
de las diferencias y de la discriminación entre el trabajo físico e intelectual
y reconocer al trabajo como única actividad que genera valor y, por tanto, que
legitima el derecho de propiedad. Todo orientado por el principio de cada cual
según su capacidad, a cada quien según su trabajo.
La
satisfacción de las necesidades sociales está vinculada con el sistema de
producción-distribución de bienes y servicios, porque sólo en la medida en que
los trabajadores en Venezuela contribuyan con la producción de la riqueza
social según sus capacidades, con el desarrollo de sus potencialidades
creadoras, aumentan las probabilidades de satisfacer las necesidades sociales.
El principio "a cada quien según sus necesidades" se basa en la
calidad de la satisfacción, comenzando por satisfacer las necesidades sociales
básicas y superar las brechas y déficit persistentes.
La
inclusión social adquiere su más elevado desarrollo cuando el modo de atención
es personalizada para los grupos sociales en situación de máxima exclusión
social y está orientada hacia el autodesarrollo de las personas, las
comunidades y sus organizaciones, lo cual implica prácticas democráticas,
responsables y autogestionarias por parte de los involucrados.
El
modo de producción capitalista no sólo estratifica a los seres humanos en
categorías sociales irreconciliables, sino que impone un uso irracional y
ecológicamente insostenible de los recursos naturales.
El
capitalismo ha socavado las condiciones de la vida en la Tierra. El impacto de
las actividades humanas ha superado con creces la capacidad de carga del
planeta, y son precisamente los pobres los que más se ven afectados por la
degradación ambiental.
El
desarrollo del capitalismo ha generado una profunda desigualdad entre el campo
y la ciudad, impulsando la concentración desordenada e insostenible de la mayor
parte de la población en grandes ciudades y el abandono del campo. Es necesario
equilibrar las relaciones urbano-rurales y crear un nuevo modelo de ciudades
socialistas planificadas e integradas de manera sostenible con la naturaleza.
Para
Venezuela es imperante prestar atención al calentamiento global, entre otros
aspectos por sus extensas costas y el incremento que eso representa para el
nivel de sus aguas.
La
biodiversidad nacional es una de las diez más altas del mundo. Contamos con
abundantes recursos hídricos y con un alto número de áreas naturales
protegidas. Éstas constituyen una gran riqueza y potencial para el desarrollo
del país.
La
implementación de un modelo de desarrollo que coloque al ser humano en el
centro de su atención debe reconciliar su relación con el medio ambiente,
impulsando un modelo de producción y de consumo que ponga límites al
crecimiento sin postergar los derechos de los pobres.
La
educación ambiental debe permear todos los estratos sociales y todos los
niveles educativos.
ESTRATEGIAS
Y POLÍTICAS
·
Superar la pobreza y atender integralmente a
la población en situación de extrema pobreza y máxima exclusión social:
·
Prestar atención integral a niños, niñas y
adolescentes.
·
Atender integralmente a adultos y adultas
mayores.
·
Apoyar integralmente a la población indígena.
·
Promover el desarrollo humano familiar y
socio-laboral.
·
Fortalecer la accesibilidad a los alimentos.
·
Brindar atención integral a la población con
discapacidades.
·
Profundizar la atención integral en salud de
forma universal:
·
Expandir y consolidar los servicios de salud
de forma oportuna y gratuita.
·
Reducir la mortalidad materno-infantil y en
niños menores de cinco años.
·
Fortalecer la prevención y el control de
enfermedades.
·
Propiciar la seguridad y soberanía
farmacéutica.
·
Incrementar la prevención de accidentes y de
hechos violentos.
·
Optimizar la prevención del consumo de drogas
y asegurar el tratamiento y la rehabilitación de la población afectada.
·
Garantizar el acceso a una vivienda digna:
·
Garantizar la tenencia de la tierra.
·
Promover el acceso a los servicios básicos.
·
Promover mayor acceso al crédito
habitacional.
·
Fomentar y apoyar la participación y el
compromiso para la construcción de viviendas.
·
Profundizar la universalización de la
educación bolivariana.
·
Extender la cobertura de la matrícula escolar
a toda la población, con énfasis en las poblaciones excluidas.
·
Garantizar la permanencia y prosecución en el
sistema educativo.
·
Fortalecer la educación ambiental, la
identidad cultural, la promoción de la salud y la participación comunitaria.
·
Ampliar la infraestructura y la dotación
escolar y deportiva.
·
Adecuar el sistema educativo al modelo
productivo socialista.
·
Fortalecer e incentivar la investigación en
el proceso educativo.
·
Incorporar las tecnologías de la información
y la comunicación al proceso educativo.
·
Desarrollar la educación intercultural
bilingüe.
·
Garantizar los accesos al conocimiento para
universalizar la educación superior con pertinencia.
·
Masificar una cultura que fortalezca la
identidad nacional, latinoamericana y caribeña.
·
Salvaguardar y socializar el patrimonio
cultural.
·
Insertar el movimiento cultural en los
distintos espacios sociales.
·
Promover el potencial socio-cultural y
económico de las diferentes manifestaciones del arte.
·
Promover el diálogo intercultural con los
pueblos y culturas del mundo.
·
Fomentar la actualización permanente de
nuestro pueblo en el entendimiento del mundo contemporáneo.
·
Garantizar una seguridad social universal y
solidaria y los mecanismos institucionales del mercado de trabajo:
·
Avanzar en la garantía de prestaciones
básicas universales.
·
Fortalecer los mecanismos institucionales del
mercado de trabajo.
·
Apoyar la organización y participación de los
trabajadores en la gestión de las empresas.
·
Garantizar la administración de la biósfera
para producir beneficios sustentables.
·
Incentivar un modelo de producción y consumo
ambientalmente sustentables.
·
Fomentar la gestión integral de los residuos,
sustancias y desechos sólidos y peligrosos.
·
Garantizar la conservación y uso sustentable
del recurso hídrico.
·
Propiciar la recuperación de áreas naturales.
·
Ordenar y reglamentar el uso de las Áreas
bajo Régimen de Administración Especial.
·
Fomentar la participación organizada del
pueblo en la planificación de la producción y la socialización equitativa de
los excedentes:
·
Incrementar la participación de los Consejos
Comunales en la planificación y control de la economía.
·
Establecer mecanismos administrativos y de
control para la socialización de excedentes.
·
Apoyar el equilibrio entre productores, Poder
Popular y el Estado en la planificación, gestión económica y distribución de
excedentes.
CONCLUSIÓN
La
Política Exterior de Venezuela está regida por los fundamentos de la
constitución de 1999 de ese país que establece los principios de independencia,
igualdad entre los Estados, libre determinación y no intervención, solución
pacífica de los conflictos, cooperación, respeto a los derechos humanos,
solidaridad entre los pueblos y la democratización en la toma de decisiones en
los organismos internacionales. Según su constitución Venezuela también debe
promover y consolidar la integración latinoamericana y caribeña, el desarme
nuclear y el equilibrio ecológico.
Todos
los tratados suscritos deben ser aprobados por la Asamblea Nacional antes de ser
ratificados por el presidente de ese país. El poder legislativo es el único que
puede autorizar el nombramiento de los jefes de misiones diplomáticas
permanentes y el envío de misiones militares fuera de sus fronteras.
REFERENCIAS
·
Historia de la primera República de Venezuela
Caracciolo Parra Pérez.
·
Historia diplomática de Venezuela 1830-1900
Dilio Hernández.
·
Cronología de la Guayana Esequiba Ministerio
de Relaciones Exteriores de Venezuela.
·
Dos etapas en la política exterior de Venezuela
Politeia. Carlos Romero. 2002.
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